Cada persona en la edad adulta generalmente tiene un deseo sexual o libido que es único a él o ella y que puede variar a través de la vida. Desde luego, hay factores que pueden aumentarlo o disminuirlo. La libido se puede ver afectada, entre otras cosas, por cuestiones externas como el estrés, y se puede volver un círculo vicioso ¿Cuándo se vuelve un problema y qué se puede hacer para resolverlo?
La libido baja se refiere a una disminución en el deseo sexual. Si bien es cierto que las fluctuaciones en el deseo sexual son una parte normal de todas las relaciones y de diferentes etapas de la vida, la libido baja se vuelve un problema cuando se convierte en causa de preocupación para la persona y/o para la pareja. Además, en algunos casos, puede indicar un problema médico subyacente.
Por ejemplo, en el caso de los hombres, podría indicar cambios hormonales (una reducción en la producción de la hormona testosterona por debajo de los niveles normales en la sangre); podría ser el efecto secundario de algún medicamento; podría deberse a alguna enfermedad crónica (como diabetes, hipertensión, cáncer, etc.); podría deberse a apnea del sueño; al consumo excesivo del alcohol o del tabaco; al uso de drogas; a obesidad; a la falta o al exceso de ejercicio; a cansancio excesivo; a autoestima baja; a depresión, a ansiedad o simplemente puede deberse al estrés.
En le caso de las mujeres, podría indicar cambios hormonales (relacionados a la menopausia, el embarazo o la lactancia); podría ser un efecto secundario de algún medicamento; podría deberse a alguna enfermedad crónica (como diabetes, hipertensión, cáncer, etc.); al consumo excesivo del alcohol o del tabaco; al uso de drogas; a cansancio excesivo; a autoestima baja; a antecedentes de abuso sexual; a problemas en la relación con la pareja; a depresión; a ansiedad o simplemente puede deberse al estrés.
¿Qué efectos tiene el estrés crónico en el cuerpo?
El estrés afecta absolutamente todos los sistemas del cuerpo incluyendo el musculo-esquelético, el cardiovascular, el respiratorio, el gastrointestinal, el endócrino, el nervioso y el reproductivo. Ya he descrito el efecto del estrés crónico en tu cuerpo anteriormente https://www.vidaysalud.com/el-estres-cronico-y-tu-salud-protege-tu-cuerpo/.
Para los fines de esta columna, me voy a concentrar en los efectos en el sistema reproductivo, empezando con los hombres:
El estrés hace que el cuerpo produzca cortisol que es importante para la regulación de la presión arterial, los sistemas cardiovasculares, circulatorios y la reproducción masculina. Pero en exceso, afecta el funcionamiento de este último.
El estrés crónico puede afectar la producción de la testosterona. Esto puede hacer que disminuya la libido o el deseo sexual e incluso que haya disfunción sexual o impotencia.
El estrés crónico puede afectar negativamente la producción, la motilidad, el tamaño y la forma de los espermatozoides causando dificultades con la fertilidad.
El estrés puede hacer que el sistema inmunológico se debilite y que la persona sea más vulnerable a infecciones de la próstata, la uretra y los testículos.
Los efectos del estrés en el sistema reproductivo de las mujeres:
La menstruación se puede volver irregular, puede ser más dolorosa, puede cambiar de duración o puede ausentarse.
Cuando la mujer está muy estresada y, por lo mismo, cansada y/o distraída, su deseo sexual puede disminuir.
El estrés puede tener un impacto negativo en la habilidad de una mujer de concebir, en la salud de su embarazo y de su postparto. El estrés aumenta su riesgo de desarrollar depresión postparto. El estrés de la mujer en el postparto afecta negativamente su habilidad de formar un vínculo con su bebé en los primeros meses de vida.
El estrés empeora los síntomas del síndrome premenstrual (si se presentan), así como los cambios hormonales de la menopausia (si se presentan).
El estrés aumenta los síntomas que acompañan cualquier condición asociada con las enfermedades del sistema reproductivo como el síndrome de ovarios poliquísiticos, el virus del herpes o cualquiera de los cánceres que se podrían presentar.
¿Qué relación tiene el estrés con la libido?
El deseo sexual puede disminuir si estás distraído por situaciones que te ponen en condiciones de ansiedad y/o de presión emocional. En los momentos estresantes se producen unas hormonas que estrechan las arterias transitoriamente. Esto disminuye el flujo sanguíneo, lo que contribuye a que se dificulte la erección.
Obviamente que es difícil evitar el estrés, todos estamos expuestos a él. El problema se presenta cuando el estrés es muy intenso, y especialmente cuando se prolonga.
Un estudio realizado en varones veteranos de las guerras de Irak y Afganistán con trastorno de estrés postraumático (TEPT, o PTSD, por sus siglas en inglés) publicado en línea en mayo del 2013 mostró que el trastorno de estrés aumentaba su riesgo de disfunción sexual más de tres veces.
Ocasionalmente el problema del estrés se complica cuando la persona trata de mejorarlo abusando del alcohol, fumando en exceso o utilizando drogas (incluyendo la marihuana que puede ser legal en varios estados), ya que todo eso tiene un impacto negativo en el deseo sexual.
Los efectos físicos y emocionales de un deseo sexual bajo
Tener un deseo sexual bajo puede llevar a un círculo vicioso con efectos físicos y emocionales, incluyendo a la disfunción sexual con la incapacidad de mantener una erección el tiempo suficiente para tener una relación sexual satisfactoria. Esto, en el caso de los hombres, hace que les cause ansiedad. Lo que puede hacer que cree tensión y conflictos con sus parejas y que a su vez lleve a menos oportunidades para encuentros sexuales y mas problemas de pareja.
La disfunción eréctil puede hacer que el hombre, además del estrés que tenía originalmente, ahora desarrolle depresión y problemas de autoestima.
¿Qué puedes hacer para manejar el estrés?
Obviamente lo ideal es tener hábitos de vida saludables como llevar una dieta sana, mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente, procurar dormir suficiente, no abusar del alcohol, no fumar y evitar las drogas.
Considera pasar tiempo hablando y relajándote con tu pareja como el primer paso.
El siguiente paso es aprender a manejar el estrés. Hay varias técnicas como: ejercicios de respiración profunda, relajación muscular progresiva y meditación de atención plena. Varias de ellas las encuentras aquí en Vida y Salud y otros sitios del internet. Aprende a decir “no” a lo que toma más tiempo y energía de lo que estás dispuesto a dar y/o que te estresa demasiado. Establece metas y expectativas realistas. Establece prioridades. Entiende que hay cosas que puedes controlar y trabaja para aceptar que hay cosas que no están bajo tu control. Si es necesario, busca ayuda profesional.
Finalmente, si piensas que puede haber algún factor físico que pueda contribuir independientemente del estrés emocional, o si tienes dudas, consulta a tu médico.